The Church of Jesus Christ of Latter-Day Saints
     
EnglishEspañolFrançaisPortuguêsItalianoDeutschРусский中文日本語한국어
Español
Personas Cónyuges y familias Líderes de la Iglesia Fuentes de consulta

La recuperación es posible

El hijo pródigo arrodillado y abrazando a su padre a su regreso.

La historia de Jason

Mi adicción a la pornografía comenzó cuando era muy joven, cuando tenía unos once años. El primer contacto que tuve con la pornografía fue a través de un familiar que me la mostraba siempre que iba a su casa.

Continué con mi adicción durante muchos años, durante mis estudios y mi primer matrimonio, mi divorcio y mi segundo matrimonio. Durante mi segundo divorcio sentí que no tenía nada. No tenía adónde ir y la vida no tenía sentido. Sentí que esta adicción nunca terminaría. Había intentado dejarla muchas veces por mi cuenta, con algo de éxito, pero siempre volvía a caer en el tenebroso abismo.

Debido a las decisiones que tomé a causa de mi adicción, con el tiempo se me suspendieron los derechos de miembro. Me resultaba difícil admitir las cosas que había hecho. Me sentía vacío. Pero mi presidente de rama estaba muy en armonía con el Espíritu. Me entregó la guía del Programa para la recuperación de adicciones y me dijo vehementemente que debía acudir a las reuniones del PRA. Me resultó difícil ir a la primera reunión; me sentía solo y asustado. Di varias vueltas con el auto por los alrededores del lugar de la reunión antes de decidirme a entrar.

Cuando por fin entré en la reunión, sentí el Espíritu por primera vez desde hacía mucho tiempo. Me di cuenta de que me había sentido tan solo porque hacía demasiado tiempo que no experimentaba ese sentimiento tan cálido del Espíritu. Decidí que quería que mi Salvador volviera a formar parte de mi vida. Sabía que sería un camino difícil y complicado, pero era algo que estaba dispuesto a hacer debido al amor que pude sentir en aquella primera reunión. Me di cuenta de que no debía tener miedo de ir a las reuniones, sino de las bendiciones y oportunidades que iba a perderme si no acudía. En las reuniones sólo sentí amor y aceptación por parte de las personas que estaban viviendo las mismas dificultades, y me apoyé en ellas para fortalecerme.

Las cosas que me han sucedido y que he vivido desde entonces han sido tan asombrosas que me resulta difícil expresarlo en palabras. Algunas personas me dijeron que siempre sería un adicto y que nunca podría recuperarme; pero sentí el poder purificador de la Expiación y supe que podría sobreponerme a esta adicción.

Mi adicción me impidió hacer cosas porque no me sentía bien conmigo mismo, pero hoy soy un miembro digno de la Iglesia, mi vida profesional ha avanzado en la dirección que siempre soñé, me he vuelto a casar y he tenido una hija preciosa.

La paz que siento en mi vida proviene de la gratitud. El conocer el sacrificio de mi Salvador me hace sentir humilde. Con anterioridad había enseñado acerca de la Expiación en clases de la Escuela Dominical, pero el hecho de vivir realmente la Expiación y aplicar sus principios me brindó paz para el futuro. Durante el proceso de arrepentimiento sentí mucho amor y compasión.

Sigo asistiendo a las reuniones del PRA, cuando el tiempo me lo permite, para poder seguir sintiendo el Espíritu allí. El Programa para la recuperación de adicciones me otorgó las herramientas necesarias para sobreponerme y seguir centrado en liberarme de la adicción. La recuperación es posible.

 

  | LDS.org | Sugerencias

Términos de uso (Actualizado 2018-09-01) Aviso sobre la privacidad (Actualizado 2018-09-01)

© 2019 por Intellectual Reserve, Inc. Todos los derechos reservados.